No he terminado de cerrar la puerta y aún dudo de la decisión
de atravesarla. Recuerdo el impulso que me llevó a hacerlo y lo mucho que pensé
en el deber, en la necesidad, en el deseo, en la dificultad.
La casa se cayó pero el marco seguía ahí. Ya no había
paredes, pero el marco seguí ahí. Las ventanas se habían roto, los cristales
habían desaparecido a causa de la última explosión… pero el marco seguía ahí.
Desolación, pero el marco seguía… ahí.
Puños apretados. Pecho levantado. Parpadeo lento. Pie
derecho adelante. Lo demás fue historia. Lo demás ahora se convierte en lata,
cinta y proyecciones en mi cabeza. Gracias. Por esta historia, mil veces
gracias.