
Una ciudad puede transmitirte muchas cosas, desde el caos a la serenidad absoluta. Una ciudad puede hacerte sentir merecedora de sus calles, otras simplemente dicen a gritos que te largues. Una ciudad puede levantarte en sus edificios y hacerte respirar el aire más puro, otras pueden hundirte en los suburbios y probar el sabor del asfalto.
Pocas son las ciudades que me transmiten los momentos más sublimes, para qué mentir, es sólo una. Esa de caminos largos pero distancias cortas. Esa de ladrillos rojos y edificios que huelen a historia. Esa de gente callada pero amable. Esa en la que el idioma nunca significó una barrera. Esa en donde conocí y aprendí a querer los tulipanes. Esa en la que viví los días más inolvidables del camino. Esa que sé, algún día regresaré.
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