Aléjate de mi y hazlo pronto antes de que te mienta
Tu cielo se hace gris, yo ya camino bajo la tormenta.
Aléjate de mi, escapa ve que ya no debo verte
Entiende que aunque pida que te vayas, no quiero perderte
La luz ya, no alcanza.
No quieras caminar sobre el dolor descalzaUn ángel te cuida
Y puso en mi boca la verdad para mostrarme la salida
Y aléjate de mi amor
Yo se que aún estás a tiempo
No soy quien en verdad parezco,
y perdón no soy quien crees
Yo no caí del cielo
Si aún no me lo crees amor.
y quieres tu correr el riesgo
verás que soy realmente bueno
en engañar y hacer sufrir
a quien más quiero
Aléjate de mi pues tu bien sabes que no te merezco
quisiera arrepentirme, ser el mismo y no decirte esto
Aléjate de mi, escapa, vete. Ya no debo verte
Entiende que aunque pida que te vayas no quiero perderte.
La luz ya, no alcanza.
No quieras caminar sobre el dolor descalza.
Un ángel te cuida.
Y puso en mi boca la verdad para mostrarme la salida.
Y aléjate de mi amor.
Yo se que aún estas a tiempo.
No soy quien en verdad parezco,
y perdón no soy quien crees
Yo no caí del cielo
Si aún no me lo crees amor.
y quieres tu correr el riesgo
verás que soy realmente bueno
en engañar y hacer sufrir
y hacer llorar
a quien mas quiero...
Hoy la nostalgia conspiraba en mi contra y preparaba un certero golpe. Así pasó el día con una sensación de tristeza que no reconocí al primer momento, pero que ya me parecía sospechoso, no es la primera vez que se presentan estos ataques. Hoy fue diferente, hoy supe esquivar ese golpe con una precisión que para ser sincera, hay que mejorar; pero, lo esquivé… a decir verdad, lo transformé.
Fue raro, porque mientras respiraba hondo para no llorar, a mi mente venían millones de recuerdos, unos más nítidos que otros, unos más vigente que otros, pero todos con una historia y una sonrisa anexa que me hizo transformar la nostalgia en alegría. Suena raro, pero así pasó. Así lo transformé y con eso me quiero quedar.
A pesar de que mi memoria no merece admiración, hay un pequeño espacio en ella en la que atesoro todos los momentos, sin fechas, sin horas, sin una marca en el calendario… Son sólo historias que están vivas para mi, y como si de un reproductor se tratara, justo hoy me impulsaron a escribir estas líneas.
Hoy me quiero quedar con los gritos en la montaña rusa…
Hoy me quiero quedar con esa estrella que tiene nombre…
Hoy me quiero quedar con la conversación en el frío mar…
Hoy me quiero quedar con tus palabras que siempre me hacen reaccionar…
Hoy me quiero quedar con todos los kilómetros recorridos...
Hoy me quiero quedar con tu sonrisa...
Hoy me quiero quedar con sus manos entrelazadas...
Hoy me quiero quedar con ese beso en mi ciudad anhelada…
Hoy me quedo con todo y con esta sonrisa que se transforma cada vez más.
Te encontré sin haberte buscado. Apareciste sin la menor presunción, sólo estabas allí. Fuiste tomando fuerza, como el cielo cuando se prepara para una tormenta, tu propósito era hacerte notar a como diera lugar. Y así poco a poco, fuiste tomando parte de ese amplio espacio, con sutileza, con picardía, con agilidad. Te apoderaste del lienzo y los pinceles. Ahora tú manejas la escena y la modificas a tu antojo. Soy un títere que está feliz de ser dibujado y desdibujado.Sin embargo, tu sigues caminando al costado del paisaje, sin notar el más mínimo detalle. Ahora hazte cargo del personaje que creaste… uno que necesita ser atendido, dibujado. Sólo tú. Abre los ojos.
Siempre creí estar conciente de lo que significaba la incondicionalidad. “Amar, entregar, respetar, confiar incondicionalmente”. Siempre la palabra funciona para cuando generamos beneficios en el otro: le amamos, le entregamos, le respetamos y le confiamos incondicionalmente. Al parecer es una línea que va en una sola, rotunda y contundente dirección, sin señales de regreso. ¿Aplica la palabra incondicionalidad para cuando tienes que ser amado, recibir, ser respetado y que confíen en ti? Aparentemente no, o por lo menos eso demuestran los momentos de la vida, y me refiero a todos, es sencillo voltear o enfocar la mirada en cualquier situación o relación para ver que la flecha siempre va en una sola dirección.
Es cuando me doy cuenta que los sentimientos no son una transacción económica donde generalmente ambas partes salen beneficiadas. Son mucho más complicados, de eso no hay duda. Quisiera entonces presionar un gran botón que hiciera desaparecer cualquier tipo de sentimentalismos y empezar a producir, a producir beneficios para mí. Porque si no los hay, ¿para qué seguir? Yo te amo, pero tú no. Yo entrego, pero tú no. Yo respeto, pero tú no. Yo confío, pero tú no.
Quizás venga alguna persona y diga: “todo eso se gana”, “eso se construye”, “las cosas no caen del cielo”. Permítanme que educadamente los mande a otro lugar. Puedes empeñarle el alma al diablo y dar todo lo que tengas. No servirá de nada. Piénsalo. ¿Cuántas veces has caído en el mismo círculo vicioso? Termina siendo agotador, te succiona y desperdicia. Gracias, pero ya no, gracias.
Ya se ha hecho costumbre –muy mala- que la inspiración para plasmar palabras llega cuando se está en los momentos más difíciles. Más de una vez llegas a lo alto, pero es tan fugaz que no da chance siquiera de hacer una descripción básica; en cambio, los momentos que saben a tierra, o peor aún, carecen de sabor, son los que reseñamos con más firmeza, con un detalle hasta morboso. Hacemos alarde de nuestra apatía, desmotivación, tristeza, rencor… contaminamos al otro. ¿Cuándo lo haces adrede?, ¿lo haces realmente a propósito? Crees ser el centro del universo cuando eres una ínfima estrella mezclada en una galaxia enorme.
Esa imagen me vino a la mente hace poco. Indiscutiblemente una comparación que viene cuando estás abstraído en tus pensamientos. El Universo está conformado por millones de partículas, muchas de ellas desconocidas, de las que tratamos a toda costa conocer, adivinar, indagar por esa misma necesidad absurda de siempre querer saberlo todo. ¿Qué pasa con las que conocemos? Las tenemos etiquetadas, firmemente atadas a una palabra que alguien más creó y no podemos destruir porque no tenemos la valentía… y como en cada Universo, hay un centro. Alrededor de él giran millones de partículas que poco a poco logro identificar con claridad. Unas te dan luz, en realidad muy pocas. Otras intentan sustraer esa luz, en realidad muchas. La balanza se rompe y es cuando intento alejarme de ese choque que hasta hace poco consideraba estrellas, son sólo rocas.
Viajo con esa luz que aún me queda y que ahora defiendo a capa y espada. Viajo y recorro una vez más cada momento, cada pisada, cada palabra. Callo y escucho. Escucho y callo. Enciendo los motores y sigo viajando, hacia delante… Desechando lo que sobra y aferrándome a lo que quiero. Viajo.
When the spark has gone, and the candles are outWhen the song is done and there's no more sound Whispers turn to yellin and I'm thinkin' How did we get so mean? How do we just move on? How do you feel in the morning when it comes and everything's undone? Is it cause we wanna be free? Well that's not me Normally I'm so strong I just can't wake up on the floor like a thousand times before Knowing that forever won't be
Always sentimental when I think of how it was When love was sweet and new and we just couldn't get enough ... You know, I get so sad when it all goes bad And all you think about is all the fun you had And all those sorries ain't never gonna mean a thing How did we get so mean? How do we just move on? How do you feel in the morning when it comes and everything's undone? Is it cause we wanna be free? Well that's not me Normally I'm so strong I just can't wake up on the floor like a thousand times before Knowing that forever won't be Oh, we said some things that we can never take back It's like a train wreck tryna hit the right track We opened up the wine and we just let it breathe, But we shoulda drank it down while it was still sweet It all goes bad eventually
Now do we stay together cause we're scared to be alone? We got so used to this abuse, it kind of feels like home But, my baby, I just really wanna know...
How did we get so mean? How do we just move on? How do you feel in the morning when it comes and everything's undone? Is it cause we wanna be free? Well that's not me Normally I'm so strong I just can't wake up on the floor like a thousand times before Knowing that forever won't be...
Caminamos y realmente no sabemos a donde vamos. Delimitamos nuestro espacio a aquellas cosas que creemos convenientes y que hasta cierto punto nos favorecen. Cercamos el territorio, destacamos las entradas y hacemos invisibles las salidas. Sin saberlo queremos todo para nosotros.
¿Y si esas cosas o personas que creímos alguna vez beneficiosas son la fuente del error y la discordia? ¿Alguna vez te has preguntado quién está en tu vida y por qué se mantiene en ese sitio? Creo haber conseguido mi respuesta: Por necesidades mutuas. Nadie está ahí por estar, nadie te escucha por escuchar, nadie te tiende la mano sin esperar la otra a cambio, o por lo menos eso es lo que he aprendido a través del tiempo. Es lo que una experiencia tras otra ha dejado en mi camino.
Y en ese recorrido que hago sin darme cuenta, donde hasta ahora el sendero voy haciéndolo dejando bien marcadas mis huellas por si en algún momento tengo que regresar, me encuentro con flashes fugaces de lo que un día fui y ahora soy. Pero mi silueta es cada vez más clara y mi cabeza está cada vez más ajustada a mi cuello. Increíblemente lograr mi nitidez ha ido haciendo que las personas a mi alrededor empiecen a desdibujarse, se vean borrosas y aparezcan las costuras que un día obvié por completo. Y empiezo a cuestionar cada vez más quiénes me rodean. Poco a poco voy haciendo lo contrario, escondiendo las entradas y haciendo visibles las salidas, porque debería haber una caseta que sirva de filtro. Porque llegué a una conclusión: “Se reserva el derecho de admisión”
martes, 13 de julio de 2010
Así empezaba el día, con la misma alarma estridente que inundaba su espacio y sus oídos. Es quizás una razón de suficiente peso como para empezarlo de mal humor, sin embargo, el pesimismo ya lo había inundado por completo. Apagar el sonido es inminente a pesar de la pesadilla que implica despegarse las sábanas y levantarse. Con la ilusión de que el día iba a mejorar, coloca en ese pequeño y oxidado radio el único cassette que tiene, uno que canta a la voz de Carlos Gardel y sus tangos ya tan viejos como el aparato. Y así suena, una canción para animar el día, una canción para volver a empezar, pero esta vez, ya no habría más comienzo.
A través de una pequeña ventana se ocultaba un mundo de posibilidades que Andrés no conocía, opciones que evitó y soluciones que no encontró. Ahora simplemente estaba atado a las consecuencias de sus actos. Andrés había logrado algo de lo que nunca se sintió capaz. Pisó en falso ante la sociedad y es ahora el mundo quien lo condena.
Este hombre perdió el sentido y no quiere recuperarlo. Ha llegado a uno de esos callejones sin otra salida que un gran abismo. Levanta la cara y se mira en el pedacito de espejo que tiene, lo único que quedó antes de estrellarlo contra el piso y tentar los siete años de mala suerte de los que ahora es el experimento más exitoso. Para Andrés el panorama nunca cambia, siempre está teñido por un intenso color naranja y un pálido crema.
El cómo llegó a cometer la desgracia de su existencia, pasó simplemente en una noche fría, de esas en las que el viento sopla y uno puede escucharlo cantar y silbar una melodía triste. Era un hombre sencillo, de esos que se toman la vida como un vivir para trabajar. Su llegada a la casa aquella noche fue distinta, sigilosa pero que luego retumbó en su cabeza. Un sonido de tambores y guitarras lo envolvieron, un olor a azufre llenó sus fosas nasales y un grito desesperado lo hizo tomar los cuchillos. Revuelto como se encontraba, aquella voz tomó posesión de su cuerpo y su cabeza. Retumbaba y zumbaba en sus oídos cada vez más fuerte. Todos los integrantes de la familia que siempre había soñado se volvieron unos desgarradores y amenazantes monstruos, que con ojos y maullidos de gato lo atormentaban. Pronto tuvieron fin. En aquella tranquila casa vivían su mujer y sus dos hijos, que se transformaron en dos fantasmas a la primera embestida del frío metal en sus cuerpos.
Las estridentes voces habían cesado y la casa que una vez había sido su refugio se convirtió en la cueva más horrenda que pudo haber imaginado algún día. Andrés mantuvo su manos pegadas al cuerpo durante un largo momento, que ensangrentadas hicieron marcas en sus pantalones, impregnando su piel, manchando su alma y su esencia. Qué hacer con los cuerpos fue lo siguiente que cruzó su mente. Le parecía absurdo recordar el gato negro y al famoso Allan Poe justo en ese momento cuando la literatura ya no servía para nada. Había asesinado a sangre fría a su familia, ahora tenía que esconderla, enterrarla, olvidarla, borrarla. La solución se transformó en madera, gasolina y un par de fósforos. Su futuro se había convertido ahora en su condena que hacía combustión en la mitad de una sala llena de recuerdos, mientras él huía solitario tarareando la misma melodía triste.
Ahora camina Andrés, por ese callejón sin salida que tomó la forma de un pasillo lleno de barrotes y celdas. Este hombre está condenado a muerte, y hoy es el último día de su vida. Que culmina con la incertidumbre de sus actos y con el recuerdo de ese grito desesperado que un día le inundó la cabeza y que ahora será emitido por él mismo.
Una ciudad puede transmitirte muchas cosas, desde el caos a la serenidad absoluta. Una ciudad puede hacerte sentir merecedora de sus calles, otras simplemente dicen a gritos que te largues. Una ciudad puede levantarte en sus edificios y hacerte respirar el aire más puro, otras pueden hundirte en los suburbios y probar el sabor del asfalto.
Pocas son las ciudades que me transmiten los momentos más sublimes, para qué mentir, es sólo una. Esa de caminos largos pero distancias cortas. Esa de ladrillos rojos y edificios que huelen a historia. Esa de gente callada pero amable. Esa en la que el idioma nunca significó una barrera. Esa en donde conocí y aprendí a querer los tulipanes. Esa en la que viví los días más inolvidables del camino. Esa que sé, algún día regresaré.
Una vez asumí que pensar en mí era egoísta. Asumí que mis manos estaban hechas para dar apoyo y mis pies para caminar junto a las personas. Asumí que optar por lo más conveniente era pretencioso y hacía incómodos a los demás. Asumí que mis palabras podían herir y decidí callar. Asumí que mis acciones debían buscar el bienestar común y finalmente asumí olvidarme de mí misma.
Hoy asumo el error, asumí que el egoísmo es un mal necesario y que se repite en muchísimas personas. Asumí que no hay suficientes manos ni pies que te acompañen cuando realmente lo necesitas. Asumí que cada persona tiene sus necesidades y en base a ellas actúan. Asumí que no sólo mis palabras pueden herir y la gente no calla. Asumí que las acciones de los demás siempre buscan la satisfacción personal, asumí que la mayoría piensa en sí misma.
Nos empeñamos en que nuestro reflejo proyecte una imagen de la cual no somos dueños. Nos inspiramos en opiniones, posiciones y temores. Esa imagen que está ha sido creada bajo el concepto de que sea aprobada, jamás rechazada. Sí, alguna vez me he visto en ese espejo de la conciencia, la mayoría de las veces de reojo y con una mirada desenfocada. Ahora que he decidido plantarme y afrontar lo que veo, me decepciono. Soy una careta, una máscara que implora aceptación de los demás, jamás de mí misma. Por qué enfocarse en lo que hoy me parece semejante estupidez. Ante ese cruel espejo me despojo de eso que algún día armé y me expongo, con el sentimiento de que probablemente alguien aproveche la desprotección para aniquilarme. Ahí estaré esperando esa avalancha que llegará pronto. O quizás ya llegó. Ahí estaré, pero esta vez siendo yo misma, sin escudos, sin caretas y sin pretensiones.
Vamos caminando y generando energía al mismo tiempo. Vamos transitando con cada paso por el camino que hemos querido seguir. Siempre vamos como un engranaje, acorde, rítmico y certero. Por esta razón así se titula este nuevo espacio que he creado para mi y para comenzar a transmitir lo que siento a través de las palabras.
Un engranaje está siempre en movimiento, no patinan como las poleas y se encuentran firmes ante el propósito de cumplir su función sea cual sea. Un engranaje nunca trabaja solo y va poco a poco logrando su cometido. Así me considero, parte de un gran engranaje que para mi está lleno de colores.